Buenas
noches a todos.
En
primer lugar, agradezco a La Cartonera de Cuernavaca su generosa
invitación para escribir unas palabras de introducción del poemario
Los jardines del vértigo,
de Rémi Blanchard, y también para estar esta noche juntos en la
celebración de la publicación de esa obra.
En
febrero del próximo año, se cumplirá la primera década del
trabajo encabezado por Nayeli y Dany, pero extendido a un
grupo cada vez más creciente de multidisciplinarios artistas
radicados en Morelos; así que esta presentación es más un festejo
por partida doble.
En
ese sentido, es oportuno destacar el significado que tiene La
Cartonera dentro de la vida cultural de Cuernavaca en la última
década; editorial que ha vivido un proceso continuo de
consolidación, del que en diversas ocasiones fui testigo y que quedó
plasmado en muchas páginas del desaparecido suplemento cultural Bajo
el Volcán, del periódico La
Unión de Morelos.
Desde
mi trabajo como periodista y editor de la fuente de cultura, que
abarca más de cuatro lustros, he visto surgir y finalizar a muchos
proyectos culturales de quienes tienen a la cultura como una forma
maravillosa y espléndida de experimentar la vida, por lo que aspiran
a compartirla con los otros, porque en algún rincón de su mundo
interior, saben que es una forma permanente de no olvidar la luz que
nos hace humanos.
Ese
gusto alegre por querer compartir con los demás, se distinguió
desde el primer volumen publicado en La Cartonera: el cancionero El
silencio de los sueños abandonados, que da
cuenta de la envidiable locura artística y la explosión vital del
cantautor Kristos, a quien podían escuchar hasta los que no lo
conocían, por la inclusión de un pequeño cd con algunas de sus
composiciones. Afortunada medida que ya va para su cuarta edición.
Destacado
también, ha sido el logro de publicar a Howard Fast y su Cristo
en Cuernavaca -autor al cual, confieso, me
aficioné desde entonces, para llevarme inolvidables y gozosas
sorpresas-, cuyo título es perfectamente ilustrativo de lo que ha
sido esta ciudad capital: un espacio por donde grandes glorias han
pasado y hasta radicado.
No
en balde entre los periodistas se le conocía a Cuernavaca como un
“cementerio de vacas sagradas”, y de cuyo influjo no podía
sustraerse ni el personaje que divide a la historia, en esta parte
del mundo, en un antes de y después de.
No
voy a adormecerlos con un largo desfile de lo que mi memoria recuerda
de lo que han sido las presentaciones de muchos de los más de 50
títulos que ha realizado La Cartonera, en la Ciudad de la Eterna
Primavera.
Sin
embargo, en esta larga lista de volúmenes creados en esta editorial,
sigue impresionándome la publicación del poemario Lectio,
de Javier Sicilia y que varias de las originales portadas de ese
volumen, eran sobre la representación del Calvario del hombre a
quien Rémi Blanchard, el autor que hoy nos convoca, describe sin
nombrarlo en un fragmento de Quién es este
hombre.
¿Quién
es este hombre
Vestido
de albas remendadas
Que
se sienta a la mesa del mundo?
En
su corazón un sol atado
En
sus sandalias el polvo de los siglos
En
su lengua el oleaje elocuente del Verbo.
Poema
que escala como joya de belleza metafórica,
cuando el bardo francés completa en la última estrofa: “Un
relámpago doloroso en su mirada/ Ilumina una corona de abrojos...”
Decía
que la publicación del poemario de Sicilia, con sus referencias
plásticas al Calvario, sigue impresionándome, porque a los pocos
días de salir a la luz esa edición, nos enteramos del espantoso
asesinato de su hijo Juan Francisco Sicilia Ortega, relámpago que no
se apaga en los ojos de Javier.
Sin
abusar de su paciencia, agregaría a esta lista de singulares
acontecimientos, a la primera publicación bilingüe de La Cartonera,
en español y francés, Amoritudes, del
propio Rémi Blanchard; y a Salvando el Edén de Lowry,
del inglés que aún desde la lejanía física, es el anfitrión que
nos recibe esta noche, en esta su casa, La Casona: John Spencer.
En
el colmo de mi descaro, evoco además la Poesía
para teatro, del gran conversador –de la
palabra hablada y la palabra escrita- peruano, Pedro Granados; así
como al trio de títulos de Edgar Artaud,
quien en Soy poeta
admite su
contradictoria condición humana:
Soy
poeta. Pero odio la Poesía.
Odio
a los estudiantes.
Pero
de ellos vivo.
Odio
el amor. Pero amo.
Para
mí la poesía no es un
asunto
de belleza,
sino
de vida o muerte.
Y
quiero concluir estas personales referencias –que podría
continuar, pero no quiero cansarlos más-, con un libro que se fue
infiltrando en el alma de su autor con silenciosa hondura, para
emerger como pequeños manantiales de luz, por el poder de una
escritura que habla de un corazón sabio.
Me
refiero a Los jardines del vértigo, de
Rémi Blanchard,
poeta
que sedimenta sus experiencias vitales en versos que convierten la
lectura en un vuelo: el que surca las dimensiones del espíritu.
Leí
los textos antes de su publicación, uno por uno y sin poder
soltarlos; una, dos, cinco y más veces, porque hay en ellos un
recuerdo que nos conmociona -en este mundo donde avasalla la atroz
pedagogía del crimen-: el recuerdo de lo que está escrito con luz
en nuestras almas y que el artista nos permite leer en cada uno de
sus versos.
Celebro
la aparición de este libro, con toda la grandeza que un
acontecimiento así representa: el del poder humano por seguir
dándole vida a la poesía y que, de manera tan generosa, se
comparte.
José
Antonio Gaspar Díaz.
Cuernavaca
Mor., Octubre 13 de 2017.
*texto leído el día de la presentación del libro de Rémi Blanchard. Los jardines del vértigo.
Los jardines del vértigo
Rémi Blanchard
120 ejemplares
La Cartonera
Cuernavaca, Morelos
Octubre, 2017
lacuernacartonera@gmail.com
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